Se trata de un coeficiente utilizado por las entidades financieras para conocer que parte de los ingresos de los solicitantes de financiación se podrá destinar al pago de la deuda. Generalmente, las entidades financieras aplican el 35%, es decir, solo nos podríamos endeudar por un 35% de nuestros ingresos netos mensuales.
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